jueves, 10 de diciembre de 2015

La percepción de la sexualidad con los TIC: el surgimiento de nuevas identidades sexuales

El concepto asexualidad

El concepto de asexualidad se refiere, según las propias personas que se definen así, a los individuos que sienten un bajo o nulo deseo sexual. Pero lo cierto es que, al menos desde el campo de la ciencia, es un término que aún no está del todo definido: siguen existiendo debates sobre si la asexualidad debe considerarse una orientación sexual más, el resultado de algún problema neuropsicológico (siguiendo una línea que podría perseguir la estela del psicoanálisis de Sigmund Freud y Jacques Lacan, que basan su teoría sobre la sexualidad en las redes afectivas-maternofiliales y, en ese aspecto, construyen un discurso de la sexualidad basado en la reproducción y en lo heteronormativo; paradigma que tirará abajo la homosexualidad, cambiando el concepto primitivo de relaciones sexuales por el erotismo basado en los géneros)  o un fenómeno social subversivo contra la hipersexualización de la sociedad. 

Algunos dicen que la asexualidad ha existido siempre, pero no ha sido definida ni visible hasta hace poco. De hecho, existen evidencias en la cultura y en la literatura de personas y personajes ilustres que se acercan a la asexualidad: es el caso de escritores como Kafka o el científico Isaac Newton, o el personaje de Sherlock Holmes, para quien el sexo es un mero trámite social. Así pues, podemos ver que asexuales han habido siempre, aunque no supiéramos cómo llamarles, e incluso están integrados en la cultura. 

Pero aunque se sigue dudando desde la ciencia de la existencia o no de la asexualidad como una orientación sexual, lo cierto es que desde el campo social es un término que avanza con rapidez hacia la visibilidad como identidad personal. Lejos de entrar en un debate científico o biológico de si es o no una enfermedad, me propongo analizar los hechos desde el concepto de "salud sexual" de derechos humanos que da la OMS y que habla de que, para conseguir la salud sexual de un individuo, deben respetarse sus preferencias sexuales y sus elecciones en este ámbito sin discriminación ni coerción. 

Sin embargo, dentro del propio del marco teórico de la OMS, la sexualidad es un concepto que se considera “natural” el sexo. Para la OMS la salud sexual es “una cualidad humana que nos motiva a buscar afecto, placer, contacto, ternura e intimidad. La sexualidad influencia nuestros pensamientos, sentimientos, acciones e interacciones y, por tanto, influye en nuestra salud física y mental…" (ORGANIZACION MUNDIAL DE LA SALUD OMS, 2009). Una cualidad que se puede entender como inherente a todo ser humano: “…es un proceso continuo que se inicia en el nacimiento y termina en la muerte. Es consecuencia de una compleja y cambiante interacción entre factores biológicos y socioemocionales altamente influenciables por la familia, la religión y los patrones culturales…" (Castelo-Branco, 2005)

Estas son las definiciones socialmente aceptadas de sexualidad: una cualidad humana que mezcla factores biológicos y socioemocionales que son influenciados por elementos culturales. Se acepta la existencia de homosexuales o de bisexuales desde el punto de vista de que sigue existiendo esa atracción sexual, que es natural. Pero el nacimiento del movimiento asexual supone un cambio de paradigma respecto a la perspectiva que mantenemos de la sexualidad, y ha tenido su auge desde el nicho de internet. 


El nacimiento y la difusión del concepto de asexualidad

La asexualidad en humanos empezó a estudiarse gracias a las investigaciones de Alfred Kinsey (1948-1953). Estudió por separado la sexualidad del hombre y la mujer, entrevistando a 6.300 varones y 5.940 mujeres y creó, finalmente, la escala de Kinsey, la primera que contemplaba la diversidad sexual –homosexualidad, bisexualidad, heterosexualidad-. Designó con una X a aquel sector que no tenía “ningún contacto o reacciones socio-sexuales”, incluyó a un 1,5% de la población adulta masculina. Amplió el estudio y lo concretó en personas que “no responden eróticamente ni a estímulos heterosexuales ni homosexuales ni tienen encuentros físicos de público conocimiento con individuos de ningún sexo en los que haya evidencia de cualquier respuesta” y dividió a los sujetos en mujeres no casadas (14-19%), mujeres casadas (1-3%), mujeres divorciadas (5-8%), hombres no casados (3-4%), hombres casados (0%) y hombres divorciados (1-2%). [1]

Fue en 1979 cuando Michael D. Storms reiventó la escala, donde concedió a la asexualidad un espacio como una categoría sexual más y se definió como un heteroerotismo y un homoerotismo bajo. Pero fue en 2004 cuando llegó el estudio que sentaría las bases más sólidas sobre asexualidad: Anthony Boagert es considerado el mayor experto en asexualidad del mundo. En su artículo “La asexualidad: prevalencia y factores asociados en una muestra nacional de probabilidad” estableció que el 1’05% de los participantes resultaron ser asexuales, y se dedujo que al menos el 1% de la población mundial es asexual, aunque muchos desconozcan que lo son por no conocer el concepto.

Bogaert concluye cuáles están más significativamente relacionados con la asexualidad y  concluye, finalmente, que la salud no está relacionada con la asexualidad sino con la calidad de vida. Al final de este artículo, el investigador señala que es necesario que se investigue más sobre asexualidad puesto que todos los resultados obtenidos hasta ahora, no son más que aproximaciones vagas con un lenguaje utilizado muy básico. Propone además que deben matizarse conceptos como “atracción sexual” y contemplar la posibilidad de que no exista una única causa de la asexualidad. 

En 2012 publicó un segundo artículo “Hacia una comprensión conceptual de la asexualidad”,  donde la define como “falta de atracción sexual” y la diferencia del celibato y de las personas con parafilias sexuales, comentando que la orientación sexual hacia un objeto no implica asexualidad. También compara la asexualidad con el Trastorno del Deseo Sexual Hipoactivo (TDSH) -deseo sexual ausente o reducido de forma recurrente- explicando los tres tipos de situaciones que se derivan del tratamiento con testosterona: en primer lugar, persona a la que no le hace efecto alguno; también persona a la que le aumenta el deseo sexual, pero no lo enfoca hacia ninguna persona y, por último,  persona que tiene deseo y capacidad para expresarlo, aunque tampoco lo enfoca en nadie o nada. De esta forma, concluye que parte de la definición de asexualidad puede ajustarse a este trastorno, pero que otra muy grande no, puesto que hay individuos que no manifiestan ningún tipo de angustia ante su “incapacidad” para proyectar su impulso sexual, es decir, disfrutan de sus actividades masturbatorias sin necesidad de contacto genital/afectivo con segundas o terceras personas. [1]

Para la publicación de este segundo artículo, ya había en internet una comunidad consolidada que luchaba por la visibilidad de las personas asexuales y que, además, se considera la más representativa del mundo de esta nueva identidad sexual: AVEN. Podemos observar, entonces, que mientras las investigaciones sobre la asexualidad eran (y siguen siendo) escasas y avanzan con lentitud, no habiendo aún consenso desde la comunidad científica, se desarrolla desde internet una cultura acerca de ello. 

La asexualidad en internet

Como he comentado, la asexualidad aún no está definida desde la perspectiva científica, pero en cambio, tiene una proyección desde la perspectiva social y que se ha hecho, sobre todo, desde internet y las redes sociales –lejos, cabe resaltar, de los medios de comunicación y los periódicos-. 

AVEN (Asexuality Visibility and Education Network) nació en 2001, de la mano del inglés David Jay. En 2002 se agregó el foro inglés, lugar de debate y testimonios así como información a la comunidad virtual. En 2006 se abrió el foro AVEN en español, AVENes –que tiene parte para España pero funciona también en toda Latinoamérica-. En 2010 se crea la plataforma de comunidad. Para entonces, ya es referencia, no sólo como apoyo para las personas asexuales que encuentran con otras personas con las que compartir vivencias y opiniones, sino como fuente de conocimiento acerca de la asexualidad. De hecho, cuentan con una “asexualpedia” donde reúnen información acerca de la asexualidad y donde podemos ver que se ha creado un universo complejo y lleno de matices: 

Existe una distinción entre atracción romántica y sexual que ha sido concebida, sobre todo, por parte de la comunidad asexual: pueden definirse como heterorrománticos, si sienten atracción romántica por el sexo opuesto; homorrománticos, si la sienten por el mismo sexo, o birrománticos, si la sienten por ambos. Pero también existen los “arrománticos”, personas que no sienten romántica y se conforman con relaciones de amistad que les satisfacen su necesidad de vínculos emocionales.

Pero no son las únicas identidades que se contemplan bajo el espectro de asexualidad. Estas orientaciones se conocen en internet como “Ace-Umbrellas”, y se refieren a un área “gris” que se encuentra entre la asexualidad y la alosexualidad, un término usado por los asexuales para referirse a las personas que sí sienten atracción sexual. Son las personas gris-asexuales, que experimentan esta atracción en momentos puntuales y de manera baja, o los demisexuales, que experimentan atracción sólo por las personas hacia las que sienten un fuerte vínculo emocional. 

Todo este conocimiento, que supone un replanteamiento fuera del espectro sexocentrista del resto de las relaciones, se comparte y difunde principalmente por internet. En España no existe ni siquiera una comunidad fuera del online que defienda los derechos de los asexuales, pero la actividad de la página es muy amplia y cuenta con más de 3.200 inscritos. 

De esta forma, la asexualidad ya ha saltado incluso a los medios como “la cuarta orientación sexual”, mientras los científicos siguen deliberando sobre cómo funciona, si es una orientación o tiene otra causa. La sociedad comienza a conocer la definición que las comunidades online han hecho, y cada día más personas se sienten identificadas con ello. Aunque las reacciones siguen siendo de escepticismo e incredulidad (pues nos movemos en un entorno hipersexualizado en el que el sexo es “natural” y no tenerlo ni, peor, desearlo siquiera, es inconcebible), lo importante es que está empezando a crear reacciones, a ser visible.

Resulta evidente que la asexualidad plantea un cambio de paradigma respecto al sexo, como ya hizo en su día la homosexualidad. Y lo hace no sólo desde la sociedad, sino desde las TIC: allí alzan su voz y allí tienen la oportunidad de ser escuchados. Parece seguro que los medios de comunicación se interesan cada vez más por esta orientación y que la fuente principal es siempre la misma: AVEN, sobre todo, y otras comunidades de asexuales. No han necesitado la ciencia para entrar en el ideario colectivo de la sociedad, y están consiguiendo que se replantee, desde internet, qué es exactamente la sexualidad o el sexo: ¿contacto genital?, ¿acaso una construcción política o cultural?

Conclusiones y cambios de paradigma

Existe una creencia de que el sexo es un instinto biológico inevitable, un impulso que acompaña a la naturaleza humana, pero esto podría no ser del todo cierto. Al menos es lo que empiezan a plantearse algunos: la sexualidad forma, al fin y al cabo, parte de la cultura. Es cierto que responde a estímulos biológicos, pero hay muchas maneras de sentirse atraído hacia una persona, o al menos eso mantienen los asexuales: “El sexo, como órgano y como práctica, no es ni un lugar biológico preciso ni una pulsión natural” dice Preciado (2002: 22). 

“Esto ayuda a ver la necesidad de considerar al sexo como una tecnología biopolítica (sistema complejo de estructuras reguladoras que controlan los intercambios entre los cuerpos, los instrumentos, las máquinas, los usos y los usuarios) y de deconstruir la sexualidad como naturaleza. De la misma manera, ese espacio anómalo y excedente del dispositivo constituido por los no practicantes desmiente varios presupuestos basados en inscripciones “naturales”: la fatalidad de orientaciones predeterminadas de deseo, lo irrefutable de las pulsiones instintivas, la necesidad natural del intercambio sexual, y finalmente, la idea del sexo como significante universal, como cifra de lo que somos, como apremiante centro de toda configuración ontológica”, explicó María Eugenia Martí en el Segundo coloquio sobre los saberes contemporáneos desde la diversidad sexual.

De hecho, unas investigaciones recientes respaldan esta teoría también: Lori Brotto realizó algunos estudios entre 2007 y 2014 en el Laboratorio de la Salud Sexual de la Universidad de British Columbia. El primero fue sobre la excitación en la mujer asexual: se reunieron a 38 mujeres de entre 19 y 55 años participaron. 10 eran heterosexuales, 10 bisexuales, 11 homosexuales y 7 asexuales. Les mostraron películas eróticas y midieron su excitación sexual usando la fotopletismografía vaginal (como un pequeño tampón que se auto-inserta en la vagina y mide el cambio en el flujo sanguíneo mientras se visualiza la película erótica). Las mujeres asexuales tuvieron el mismo incremento en la excitación sexual fisiológica que el resto, lo que llevó a la conclusión de que la asexualidad no es un trastorno de la excitación sexual y entra dentro de una orientación sexual. Cuando se les preguntó si se habían sentido atraídas sexualmente hacia las personas de las películas, la respuesta fue que no. Su cuerpo responde como un reflejo pero su cerebro no. Esto se publicó en "Archives of Sexual Behavior" (Archivos del comportamiento sexual) en 2011. 

En otro de sus estudios, hicieron algunas preguntas en las que encontraron que los asexuales eran mucho más propensos a no haber tenido nunca fantasías sexuales que los alosexuales (personas que sí sienten deseo sexual). La muestra de asexuales fue de 532 personas, 87 personas con trastorno sexual hipoactivo y 186 de otros. Todas las personas alosexuales a las que les preguntaron habían tenido fantasías en algún momento. El 40% de los asexuales  nunca. Un 11% de asexuales dijeron que sus fantasías no envolvían a otras personas y  ningún alosexual dijo eso. Concluyeron que los asexuales tienen patrones de fantasías sexuales diferentes a otros grupos, incluidos aquellos con problemáticas de deseo sexual y esto es una diferencia entre los asexuales y aquellas personas con disfunciones sexuales.

Esto es una prueba de que, si la asexualidad es realmente una orientación sexual, plantea muchas incógnitas acerca del mismo concepto de sexualidad. Pero también es cierto que, si bien estas preguntas se hacen y empiezan a cuestionarse temas, hoy por hoy el impacto cultural de la asexualidad es muy bajo. Prácticamente inexistente, podríamos decir. Aunque hay reportajes en casi todos los principales medios de comunicación acerca de ellos, no se aventuran a profundizar más allá de la anécdota, e incluso la ciencia está apenas empezando a plantearse un cambio de perspectiva acerca de la sexualidad. Los cambios ocurren despacio, incluso en la era de las tecnologías de la información, donde todo sucede deprisa. La asexualidad debe ser naturalizada, y lo será, como sucedió con la homosexualidad y como pasa con todos los cambios de perspectiva que se han presentado a lo largo de la historia. Y la ciencia cambiará y se corregirá también. Lo nuevo en este caso es que son las tecnologías de la información las conductoras y, en gran parte, aceleradoras, de este proceso.


BIBLIOGRAFÍA

[1] Datos extraídos de: “Asexualidad, la construcción biológica y social del deseo sexual”, trabajo de final de grado de Irene Blanco Fuente y Sonia Tello Estévez, UCM.

“¿Es la asexualidad una “orientación” sexual?” [En línea] Consultado el 8-12-2015: http://www.terceracultura.net/tc/?p=5590

Luis Álvarez Munárriz, la identidad “asexual”. Publicado en 2010. [En línea] Consultado el 8-12-2015: http://www.gazeta-antropologia.es/?p=1794

Mónica Ramírez Pavelic,  Cecilia Saéz Peña. REPRESENTACIONES SOCIALES SOBRE SEXUALIDAD ASOCIADA A TIC Y DERECHOS HUMANOS EN ESTUDIANTES DE PSICOLOGÍA. Integración Académica en Psicología Volumen 3. Número 9. 2015.ISSN: 2007-5588  
María Eugenia Martí. Desde afuera del dispositivo: la asexualidad o el reverso ilegible de la identidad. [En línea] Consultado el 8-12-2015: http://www.puds.unr.edu.ar/wp-content/uploads/2014/06/Mart%C3%AD-M.E.-Desde-afuera-del-dispositivo.-La-asexualidad-o-el-reverso-ilegible-de-la-identidad1.pdf

Prause, N. y Graham, C. (2007). Asexuality: Classification and Characterization, en Arch Sex Behav.

Morán Faúndes, José Manuel (2012), Sexualidades, desigualdades y derechos : reflexiones en torno a los derechos sexuales y reproductivos. Argentina, Ciencia, Salud y Sociedad Editorial

PRECIADO, Beatriz (2002), Manifiesto contra-sexual. Madrid, Opera prima.

Castelo-Branco. (2005). Sexualidad Humana. Madrid: Editorial Médica Panamericana.

lunes, 30 de noviembre de 2015

La orientación sexual invisible

No es que odien el sexo, ni siquiera lo rechazan. La asexualidad puede considerarse una orientación más, como la homosexualidad o la heterosexualidad, pero es mucho menos conocida. “No es un estilo de vida que tú elijas sino algo natural”,  comenta Pablo (nombre ficticio), “es tu forma de ser”. Ahí se diferencia del celibato, cuando una persona voluntariamente deja de lado el sexo, pero sí siente atracción sexual.  Pablo tiene más de 40 años y está casado. “Descubrí mi asexualidad después de algunos años de convivencia en pareja”. 

De adolescente no sentía interés por los temas de sexo, no bromeaba con eso ni le interesaban las relaciones íntimas. Entonces aparecieron las dudas: “Algunas cosas no encajaban en mi cabeza cuando me comparaba con mis amigos, pero no investigué sobre ello. Encontré la palabra asexualidad en un periódico años más tarde, y empecé a buscar información”. Es ahí cuando Pablo puede, al fin, integrarse en “una orientación sexual”. 

Esta es la historia de miles de personas que tienen un bajo o nulo deseo sexual. Para ellos el sexo no es importante: pueden sentir deseo sexual hacia su pareja o hacia personas con las que mantienen un fuerte vínculo emocional, pero es un complemento de “una relación más bien emocional, romántica o afectiva y enfocada hacia la sensualidad, las caricias, los sentimientos, el respeto mutuo y la sinceridad”. 

Las personas asexuales, apuntan los expertos, han existido siempre. Simplemente no han tenido un término con el que identificarse hasta el siglo XXI. Y aun ahora, los estudios sobre el tema son escasos. Muchas veces se limitan a constatar la existencia de la asexualidad, y no existen estudios a nivel mundial. Sin embargo, se calcula que alrededor del 1% de la población mundial pertenece a esta orientación. 

El concepto apareció con los estudios de Alfred Kinsey, el primer investigador que abordó la sexualidad humana después del célebre Sigmund Freud. Estudió por separado la sexualidad del hombre y de la mujer en Estados Unidos y creó la escala de Kinsey, en la que se dividía la sexualidad en seis escalas que iban desde exclusivamente heterosexual a exclusivamente homosexual. Fue entonces cuando se dio cuenta de que al menos el 1% de los encuestados no respondían a los estímulos sexuales ni sentían atracción por ningún sexo, y los denominó como el grupo X. 

Tendríamos que esperar hasta 1979, cuando Michael D. Storms, un investigador crítico de Kinsey de la Universidad de Kansas, reinventó esta escala e incluyó en ella al grupo “asexual”, que mantenía un heteroerotismo y un homoerotismo bajo. 

Pero fue el estudio de Anthony Boagert en 2004 el que más luz proyectó sobre la asexualidad, y donde confirmó que el 1% de los británicos pertenecen al colectivo asexual. Usó los datos del la primera Encuesta Nacional de Actitudes Sexuales y Estilos de Vida británica, en la que se preguntó a 18.876 personas en el Reino Unido sobre sus hábitos sexuales. Un 1,05% contestó que no sentía atracción sexual hacia ninguna persona.

Sin embargo, antes de la publicación de este estudio, la comunidad AVEN (The Asexual Visibility and Education Network) ya existía. Se considera la mayor comunidad online de asexuales y nació en 2001, de la mano del inglés David Jay. “ En 2002 se agrega el foro inglés, lugar de debate y testimonios así como información a la comunidad virtual. En 2006 se abre el foro AVEN en español, AVENes. En 2010 se crea la plataforma de comunidad” explica Baika (nick de internet), la administradora de la página de AVEN española. 

“Tenemos diferentes proyectos con el objetivo de visibilizar la asexualidad; dar apoyo a asexuales, familiares y conocidos; fomentar el estudio y la investigación de la asexualidad… También proyectos como la Asexualpedia que reúne la información sobre asexualidad en español, diferentes blogs, medios sociales como Twitter, Facebook o YouTube, además una revista trimestral y una radio virtual”. La comunidad de AVENes cuenta con más de 2300 usuarios registrados y, a falta de una estadística más fiable, podemos decir que una gran parte de la comunidad asexual se encuentra en este foro.

De hecho, AVEN es una comunidad muy activa que lucha por la visibilización de la asexualidad y su inclusión en las siblas LGTB. Para Sonia Tello e Irene Blanco, dos periodistas que realizaron un estudio sobre la construcción biológica de la asexualidad, es una inclusión necesaria: “Cuestión de etiquetas o no, lo cierto es que cuando se profundiza en la asexualidad se observa que la distinción entre atracción romántica y sexual es una realidad en cuanto al deseo, por lo que si estas siglas engloban distintas orientaciones, en las mismas debería estar recogida la asexualidad también al tratarse de una identidad más.”

Esta distinción entre atracción romántica y sexual ha sido concebida, sobre todo, por parte de la comunidad asexual. “El espectro asexual”, explica Irene, “atraviesa todas las identidades”: pueden definirse como heterorrománticos, si sienten atracción romántica por el sexo opuesto; homorrománticos, si la sienten por el mismo sexo, o birrománticos, si la sienten por ambos. Pero también existen los “arrománticos”, personas que, además de no sentir atracción sexual por nadie, tampoco la sienten románticamente, y se conforman con relaciones de amistad que les satisfacen su necesidad de vínculos emocionales. 

“Hay muchos tipos de asexualidad, hay quienes dejan de lado la sexualidad por completo, pero hay otros que sí tienen sexualidad, pero consigo mismos. Se masturban, pero no necesitan compartirla”, explica Nuria Jorba, psicóloga emocional y sexóloga. “Y cada día más personas se identifican con esta sexualidad”.

Pero no son las únicas identidades que se contemplan bajo el espectro de asexualidad. Estas orientaciones se conocen en internet como “Ace-Umbrellas”, y se refieren a un área “gris” que se encuentra entre la asexualidad y la alosexualidad, un término usado por los asexuales para referirse a las personas que sí sienten atracción sexual. Son las personas gris-asexuales, que experimentan esta atracción en momentos puntuales y de manera baja, o los demisexuales, que experimentan atracción sólo por las personas hacia las que sienten un fuerte vínculo emocional. “El espectro asexual pone de manifiesto que fuera del esquema de la atracción explícitamente sexual, hay muchas y variadas formas de sentirse atraídx hacia una persona o personas”, matiza Sonia.

Es una comunidad muy compleja en la que existe un bajo consenso y que enfrentan, además, otros obstáculos en su vida: la falta de visibilidad y, sobre todo, la convivencia con una sociedad hipersexualizada. 

“La asexualidad supone todo un replanteamiento de la construcción sexocentrista del resto de identidades”, comenta Irene. Su compañera Sonia está de acuerdo y añade que es un concepto “político, porque rompe uno de los órdenes sociales más importantes: el sexo. Todo está construido a través de él: la familia, la pareja, la amistad (en tanto que supone ausencia de sexo), el matrimonio, etc. El sistema fagocitó la homosexualidad y se estableció entonces la premisa: ‘Bueno, puedes follar con tu mismo género, mientras folles todo va bien’. Y esta premisa sirvió para reforzar el argumento ‘el ser humano es un ser sexual por naturaleza’, pero no para señalar que lo ‘sexual’ puede tener muchos matices.”

En este sentido, ambas coinciden: la asexualidad no está aceptada por la sociedad. “El problema de la asexualidad es que es una disidencia invisible, no se puede ver, y por eso no son oprimidos explícitamente, sino que es un tema totalmente obviado por el sistema”, dice Sonia. “Mi pareja ve incomprensible la falta de libido”, comenta Pablo, “aunque lo hemos hablado y hemos marcado pautas”. Y entre los jóvenes es más complicado, cuando el sexo es un tema novedoso. “Luego es más llevadero”, añade. 

“Habría que empezar”, explica la administradora de AVENes “con que no son conocidos. Así que no son ni aceptados ni rechazados, son ignorados en el desconocimiento. Y precisamente lo que hay que ir allanando es la información a la sociedad sobre esta orientación para que los asexuales que decidan ir saliendo no se encuentren con un muro de negación y rechazo.”

Los asexuales son invisibles para la sociedad y, además, plantean un cambio de paradigma en ésta. Muchos asexuales sienten que ellos son el problema hasta que se topan con el término asexual y comprenden que no son raritos, ni tienen nada mal. “Muchos jóvenes, en la adolescencia, se sienten raros, desubicados. Algunos mienten para integrarse y otros se alejan de las relaciones sociales. Hace unos años, la mayoría descubría la asexualidad siendo ya adultos pero, por suerte, cada vez más jóvenes encuentran el apoyo que necesitan antes”, me explica Núria Jorba, que ha trabajado con varias personas asexuales a lo largo de su carrera profesional. 

“Como en todo, se juzga cuando no se debería. La sociedad hoy día está basado en que la sexualidad es guay. Los anuncios, las películas, todo gira entorno a ser más sexual. Por eso se sienten desubicados. Y como se salen de la norma, la sociedad lo juzga y lo critica mal. Por eso creo que tenemos un trabajo, las personas que conocemos este tema, de concienciación. ¿La asexualidad te afecta? No. Entonces, ¿por qué juzgar la manera en que encuentren su felicidad?”. 

Pero es complicado, en una sociedad como la nuestra, comprender que haya personas a las que no les interesa el sexo. En la encuesta anual que realiza AVENes recogen, además de datos sobre los tipos de asexualidad y el número de asexuales que hay en su comunidad online, algunas impresiones de personas asexuales que han tenido que enfrentarse a la incomprensión de sus círculos cercanos. Uno de ellos dice que “para sentirme perteneciente a grupos (amigas, amigos) tuve muchas relaciones de pareja. Me atrae mucho la sensación que se siente cuando hay atracción por alguien (romanticismo), ya que me produce un estado increíble de energía y creatividad, pero cuando ya la cosa avanza más y el otro pide expresarse de manera sexual, a mi me entorpece, me bloquea y hace que se apague el tipo de atracción que me gusta. la atracción que me gusta es más bien energética e intelectual. Me gustan las caricias como expresión de afecto también pero cuando se van las manos a lo sexual no me gusta, no lo siento fluido.” 

Algunos comentan que no han sufrido bullying ni agresiones, pero muchos coinciden que se han tenido que enfrentar a la incredulidad de sus amigos o a comentarios en los que se aludía a traumas o escepticismo. Algunos deciden no comentar cuál es su sexualidad, aunque la sepan: “Simplemente lo tomo como broma [los comentarios], no hago caso y espero que se cambie el tema ya que hasta la fecha nadie conoce mi orientación asexual además de los miembros de AVEN.”

La ignorancia es el principal problema. "En el momento que una persona asexual pone de manifiesto que todo el sistema sexual le deja indiferente, será el foco de una serie de comentarios biologicistas de eje básico 'No hay nada más natural y necesario que el sexo, es como el comer o el respirar', es decir, se negará completamente su existencia", comenta Sonia. ¿Cuántas veces no se dice "cuándo te echarás novio/a? ¿Cuántas veces hemos leído artículos en los que se habla de lo sano que es el sexo, de que es algo "natural"? Y mientras, sigue sin contemplarse por parte de la sociedad que la falta de sexo sea igualmente natural y normal.

Para cambiar esto existen algunas campañas de visibilización que parten de las comunidades online. La más célebre y conocida fue la #AceDay, el primer día de Visibilización de la Asexualidad que recorrió internet y las redes sociales en Mayo de 2015. Participaron personas de todo el mundo y usaron cartas de póker para identificarse dentro del diverso espectro asexual, consiguiendo no sólo representación como grupo homogéneo sino visibilidad como comunidad compleja y llena de matices. Pero, más allá de estas iniciativas, vemos que en España no existe un colectivo tangible fuera de internet, a diferencia de Gran Bretaña o EEUU, donde sí hay manifestaciones en las calles. 

"Esto puede deberse al miedo al rechazo social", me comenta Nadia (nombre ficticio), que es asexual pero jamás se lo ha dicho a nadie más allá de sus amigos asexuales. "Hay que cambiar  muchos conceptos, y siempre es complicado, porque no es algo que se haya visto en ningún lado, no hay películas o libros conocidos con personajes asexuales."

Y si los hay, no se dice de manera explícita que lo son. Es lo que pasa con personajes tan famosos como Sherlock Holmes, el detective más famoso del mundo, que muestra escaso o nulo deseo en las relaciones sexuales y lo toma como un trámite social. También sucede con personajes más modernos que aparecen en series, como Sheldon Cooper, el extraño y brillante físico que protagoniza la serie The Big Bang Theory y que, a pesar de tener novia, no mantiene relaciones sexuales con ella. Pero esta clase de personajes tienen otra cosa en común: son tratados como excéntricos en todos los ámbitos de su vida, y no se declaran como asexuales. Aunque existan en las series, parecen más un estereotipo de rareza que un reflejo de una orientación sexual, y es quizás una muestra de que la asexualidad está muy lejos de considerarse una orientación como cualquier otra. No cabe en la cabeza de guionistas o escritores que las personas que no sientan atracción sexual sean normales en el resto de ámbitos de su vida. 

Esto puede deberse a que, como alosexual, es complicado imaginarse cómo es una relación sin sexo. Para Pablo, es una relación sentimental en la que "se le da mucha más importancia a otras prioridades siendo la actividad sexual como algo innecesario o secundario". Él, que está casado con una mujer alosexual, explica que todo se puede conseguir a base de consenso, pero lo cierto es que algunas personas asexuales con pareja alosexual deciden abrir sus relaciones. Es más sencillo si ambas partes son asexuales, porque en caso contrario podrían sentirse presionados por unas necesidades que tienen sus parejas pero ellos no. 

"Una persona asexual no es diferente al resto, tiene los mismos deseos, gustos, sentimientos... que cualquier otra persona. Es sólo en lo referente al "deseo de sexo" que no se parecen ni coinciden", comenta Pablo. No son extraños, no se reprimen ni necesitan probar para ver si les gusta el sexo. Simplemente, no sienten necesidad de mantener relaciones sexuales. Pueden mantenerlas, en casos concretos, o pueden prescindir de ellas toda su vida. Pero al final, solo se trata de una orientación más: la que empezamos a conocer, tímidamente, como la cuarta orientación sexual.

lunes, 31 de agosto de 2015

Booktube

No voy a ser yo quien diga que los adolescentes que se graban a sí mismos en sus habitaciones hablando sobre libros (sí, normalmente de género juvenil) son eminencias en el campo de la literatura, aunque si alguien se parara a investigar BIEN el tema descubriría que algunos de hecho tienen EXPERIENCIA LABORAL en el campo editorial (Josu Diamond de Libros por Leer como lector editorial) y algunos como traductores e, incluso, ESCRITORES, o que están estudiando Literatura (Fa Orozco, la del “acento gracioso” estudia Letras Mexicanas en su país), pero sí voy a mostrar mi asombro total ante la manera en que se aborda desde algunos medios de comunicación de éste, nuestro país, el tema de los booktubers.

Voy a empezar aclarando qué es booktube (con una definición coherente y con contenido, no como en los programas que he visto o escuchado) porque me parece necesario: booktube es una comunidad de youtube formada por jóvenes lectores que suben o ven vídeos que hablan de literatura y que dan su opinión acerca de éstos; también hacen otras cosas, como mostrar sus compras para compartirlas, o hacer un “tour” por los libros de sus estanterías o hacer retos, concursos y juegos, todo ello relacionado con el mundo de la literatura. Es cierto que en su mayoría se trata de literatura juvenil, pero también (repito: INVESTIGACIÓN) hay vídeos hablando sobre clásicos literarios tales como Tolkien, Kafka, el Gran Gastby, Jane Austen… En realidad hay bastante para elegir, si os paráis a mirar.

Esta comunidad comenzó en el youtube de habla inglesa, se extendió por Latinoamérica (donde hay algunos jóvenes mundialmente conocidos en los países de habla hispana, sobre todo de México, donde iniciaron el movimiento) y más tarde se extendió hasta llegar a España. Algunos tienen decenas de miles de seguidores (como Fa: dos ciento mil personas que leyendo y haciendo una comunidad de eso, normalmente jóvenes o adolescentes, y normalmente de nuestro país u otros latinoamericanos) y otros tienen menos, pero aún así son personas capaces de reunir a CENTENARES de jóvenes y adolescentes en la Feria del Libro de Madrid para hablar de literatura, algo que les apasiona a todos ellos.

No voy a ser yo la que niegue que la literatura juvenil no está a la “altura” de clásicos literarios universales como las obras de Jane Austen, de Julio Verne, los cuentos clásicos como Peter Pan, o poemas épicos como la Odisea o la obra de grandes como Kafka, Cortazar, Dostoyevski o incluso algunos contemporáneos, de géneros de lo más variopintos. Pero, señores, seamos realistas, ¿sí? Ahora mismo la literatura juvenil en todos sus subgéneros es de la más leída. Nuestros niños españoles devoran libros con ansia y utilizan las redes sociales y los medios digitales con los que han crecido para hablar de sus hobbies como otros comparten lo que hacen en el gimnasio, los platos que cocinan o la música que escuchan. Entiendo, por supuesto, que hay “mierda” en la Literatura Juvenil, pero dar por hecho (desde medios de comunicación, o algo así, que ni siquiera se DOCUMENTAN) que el género entero es “mierda” me parece algo completamente dañino, cuando hay mierda repartida, y de sobra, en todos los géneros. Conozco muchos cuentos infantiles que son joyas, que enseñan valores magníficos, que se pueden disfrutar, porque la literatura no va de ser el más complejo, el más profundo o el más nada. Se trata de narrar historias, de lanzar mensajes. Conozco pocos libros de literatura juvenil (y es un género LLENO de títulos) que contengan mensajes dañinos: quizás no te gusta Cazadores de Sombras, pero contiene parejas homosexuales normalizadas y maravillosas; tal vez no te entusiasme John Green, pero habla de los debates de los jóvenes en su adolescencia, una etapa muy dura, habla de situaciones graves, del valor y de la lealtad. Posiblemente no te gusten muchísimos libros que quizás encuentres infantiles, o algo así, pero también he de decirte que yo, como lectora, leo a Cortázar y después a John Green, disfruto de las aventuras de Harry Potter y me entusiasma el estilo irónico y crítico de Jane Austen. Lloro con la Odisea y también me devoro libros de un montón de autores y autoras de juvenil, como la que ha escrito los Juegos del Hambre, que, por cierto, tiene un mensaje político muy fuerte e impulsa a los y las jóvenes que pueden ser manipulados a tener ideas propias y seguir su propio ideario. Me horrorizo con 1984 al mismo tiempo que me sorprendo con Divergente y no pienso sentirme mal por eso. Me encanta el estilo pausado y recargado de Tolkien y las novelas de una mujer llamada “Arcoiris" en inglés. Me encanta la literatura. Me encantan los romances de María Dueñas, adoro a Virginia Woolf, sigo entusiasmada con la existencia de García Lorca y Aleixandre. Leo teatro clásico griego y también me encantan las intrigas de “Pequeñas Mentirosas”. Maggie Stiefvater es una joya que pongo a la altura de mis autores clásicos favoritos, y si no la has leído, te lo recomiendo.

Los libros “juveniles” me han enseñado tolerancia, a sobrellevar los debates mentales de la adolescencia, a sobrepasar las fronteras de mi imaginación, a simplemente disfrutar una tarde leyendo, o dos o tres, hasta el punto de aventurarme después con todos esos clásicos que he dicho antes, con La importancia de llamarse Ernesto, con la Rayuela, con Cien Años de Soledad y con Truman Capote. Me deprimió leer El lobo estepario y me ha marcado profundamente Calderón de la Barca. Leer juvenil también me ha hecho cuestionarme cosas, cosas que me han llevado a Marx, a Platón, a coger con entusiasmo a Kant, a leer sobre “la importancia de las palabras” de Locke. Busco sinónimos a menudo, me interesa aprender idiomas para poder captar las metáforas, tanto de Tolkien como de John Green y no veo vergüenza alguna en eso. Ninguna.

Muchos jóvenes son como yo: leemos más juvenil porque es más fácil de consumir, pero leemos en el tren, en casa, en todas partes. Aprendemos de personajes, de tramas, de escenarios, de personalidades, de debates internos. Argumentamos. Al principio mal, después mejor. Hablamos entre nosotros: “creo que este personaje no lo hace bien, pero comprendo sus motivos”, ¿no es eso empatía, algo bastante escaso hoy día? Hablamos en twitter de los límites de la libertad de expresión, y poco a poco vamos desarrollando nuestro propio juicio. Al principio consumimos todo, y cada vez somos más exigentes. Tengo 20 años, leo desde los  7 y creedme: mi gusto se ha refinado bastante. Pero sigo leyendo juvenil. Porque me gusta, y sé que no está a la altura de Cortázar, que en serio me encanta; pero me entretiene, me divierte, me siento identificada con algunas cosas (y con otras no, por supuesto) y eso es todo.

Soy perfectamente respetable, y no es ego: tengo muy claras ciertas cosas. Que leo mucho, que amplío mi vocabulario, que aprendo inglés leyendo, que en la variedad está la riqueza y que alternar entre clásicos y juvenil, o leer solo juvenil, no me hace menos capaz intelectualmente. Me ha enseñado, fíjate, a escuchar antes de juzgar, algo que nadie hace en cierto programa de AlacantiTV cuando hablan de “Fa se quiere mucho” y analizan el “fondo extraño” de su habitación mientras ella habla con mucha coherencia sobre el libro.

Me entretienen los booktubers, Me gustan sus análisis, los de unos más que los de otros. Comparto más opiniones con Fa que con Esme, me encanta que Josu Diamond haga el ridículo porque me río, porque entre risas está haciendo un discurso coherente analizando muchas partes de lo que lee: la trama, la relación entre los personajes, el estilo de escritura. Josu dice que le gusta el estilo simple. Bueno: es eso, un gusto. ¿Por qué es peor eso que algo recargado y complejo cuando es una persona que ha leído lo suficiente para tener un juicio propio y saber cuál disfruta más? Tiene solo 18 años, miles de seguidores, y sabe más de la industria literaria que un montón de gente, todo gracias a su pasión. Y no es el único, sucede con muchos. Sí, hablan de los libros que les emocionan. Sí, abren paquetes que les llegan y hacen un vídeo de eso (¿y acaso es malo ver su emoción, ver la devoción, la reverencia con la que cogen un libro, lo tocan, hablan de él, de su portada, de lo que saben de él y de lo que esperan? ¿Acaso tiene algo de malo que hagan juegos sobre libros, que no solo lean sino que consuman películas y series, que sean más capaces de apreciar que aquellos que les critican que una historia puede ser tan bien narrada en cómic, como en novela, como en poesía, como en película, como en serie? Que alguien me lo explique porque no lo entiendo).

Hacen concursos. Las editoriales les ceden libros, ellos los dan. Los jóvenes participan, a veces haciendo cosas, a veces no. Los adolescentes ponen su ilusión en crear cosas y se descubren a sí mismos y si es una moda, me encanta. Podríais escucharles. Podríais escucharnos. Sí, nos gustan los grandes best sellers. Hoy día, hasta la literatura “adulta” está llena de best sellers, hasta los clásicos que nos llegan, nos llegan porque se convierten en best sellers. Sí, por supuesto, tienen algo de ego. No se avergüenzan de leer, no se avergüenzan de su opinión ni su aspecto y los jóvenes al otro lado de la pantalla no los critican, los comprenden, los admiran, los toman como referentes literarios y leen más. Hacen amigos en la red con los que hablan de libros, de personajes. Se inician debates, se enfrentan posturas, se van formando personas que tendrán empatía, que sabrán expresarse, que mirarán más allá de la portada, que llevarán la pasión por las letras toda su vida.

Y os metéis con ellos.

No voy a criticar los programas concretos porque no merecen la pena. No necesito meterme con nadie. He dado mi punto de vista, y eso era lo que quería hacer. Pero si alguien del programa de AlicantTV o Mara Islandia me explica a qué ha venido todo su discurso (mal hilado, mal expresado y bastante poco explicativo, profundizando de poco a nada en el tema, cuando se para a analizar con poca investigación detrás el fondo de la pared de alguien que está hablando o se habla de egos, o “¿esto es gracioso?” mientras se hacen chistes insulsos sobre bocadillos de mortadela, por cierto) y por qué la literatura juvenil es tan mierda. Te caen “simpáticos” pero ni siquiera respetas sus gustos literarios. A lo mejor soy yo que no entiende estas cosas, porque no soy muy versada o algo, pero me parece que no has sabido ser clara con tu mensaje, ¿no? Has ofendido, con razón, y en twitter veo que sigues ofendiendo. Los libros juveniles también me han enseñado a aceptar los errores y pedir perdón.

Consejo booktube: antes de criticar un libro, léelo.

PD. Viendo la actitud de la persona que ha hecho la crítica y que ahora defiende que “los está recomendando” quiero dejar algo claro: no se recomienda desde la condescendencia, asegurando que es algo vergonzoso de lo que se arrepentirán, vamos, digo yo.
PD2. Y NO voy a analizar el contenido racista hacia Fa Orozco (el acento es gracioso, a pesar de que es mexicana... ) porque sería meterse en arena de otro costal y por mucho que lo niegues, lo cierto es que está grabado.

miércoles, 22 de abril de 2015

Breve historia del Feminismo

PRIMERA OLA

Antes de la llegada del feminismo las mujeres ya habían denunciado su situación, pero no se consideraba feminista ya que no cuestionaban el origen de la subordinación a la que eran sometidas. 

A partir del Renacimiento es cuando se abre el debate sobre la naturaleza y deberes de los sexos. Un antecedente importante es la obra de Christine de Pizan “La ciudad de las damas”, escrita en 1405. Christine de Pizan fue una mujer inusual para su época. Nació en Venecia en 1364 y con cuatro años se trasladó a Francia. Es la primera mujer escritora reconocida. Se quedó viuda con 25 años y al cargo de tres hijos, su madre y una sobrina sin recursos.

En la ciudad de las damas reflexiona sobre cómo sería esa ciudad sin el caos y guerra promovidos por el hombre. En una época en la que todos, desde clérigos a filósofos a astrónomos, se encargan de criticar a la mujer, ella defiende una imagen positiva del cuerpo femenino y de la historia de la mujer si no hubiera sido educada por el hombre.

Un ejemplo de cómo se trata a las mujeres en la historia, por cierto, es que esta obra se adjudicó a Bocaccio hasta 1786.

Este debate, escondido y sin que nadie le preste mucha atención, continúa en obras y ensayos de mujeres y hombres que defienden la educación de las mujeres y su poder de emancipamiento. Pero todo explota en la revolución francesa, cuando se empuña la “libertad, igualdad y fraternidad” como una bandera maravillosa para todos… los hombres. Se llega a la edad Contemporánea con dos hechos: la declaración de Independencia de EEUU (considerada la primera formulación de derechos del hombre) en 1776, y la declaración de los derechos del Hombre, en 1789. En ambos casos, dirigidos a los hombres. Y no por un uno sexista del lenguaje, sino porque realmente se referían solo a los hombres

Así, en un ambiente en el que se lucha y proclama la libertad y la dignidad (del hombre), es inevitable que nazca el feminismo. Y aunque se las excluyó, podemos ver que dejaron constancia de sus reclamaciones en los cuadernos de quejas, que se ignoraron.

A la Declaración de Derechos del Hombre contestaba Olimpia de Gouges con la Declaración de Derechos de la Mujer, en 1791. Esta mujer quedó viuda con 22 años, se trasladó a Francia y dedicó su vida a escribir más de 4.000 páginas entre panfletos, obras y ensayos en defensa de los derechos, tanto de hombres como de mujeres. Murió finalmente en 1793, guillotinada.

Otra obra importante fue la de Mary Wollstonecraft, y esta se ha considerado la primera obra realmente feminista, la primera base del feminismo: la Vindicación de la mujer, una continuación de la Vindicación de los derechos del hombre. Los filósofos aplaudieron esta… y repudiaron la otra. Tuvo una vida dura: quedó viuda pronto y decidió ganarse sola el pan, algo complicado en la época. Incluso tuvo un romance sin casarse, pues estaba en contra del matrimonio, y finalmente murió cuando dio luz a su hija. Por cierto, como curiosidad: su hija es Mary Shelley, la autora de Frankestein.

Al final, con la llegada de Napoleón, las mujeres entran en el siglo XIX casi peor de lo que estaban, y así se quedan las cosas hasta la

SEGUNDA OLA

Una de las claves de esta Ola es el Sufragismo: la lucha de las mujeres por conseguir el derecho al voto. Aunque es cierto que realmente querían más cosas que eso, fue en lo que se centraron, pensando que una vez conseguido podrían ir a por lo demás (educación, emancipamiento, etc).
El Sufragismo nace por varios motivos y de varias partes:
  •             La esclavitud, o la lucha para abolirla. Las mujeres, que ya habían luchado por la independencia del país junto a los hombres, se organizaron para terminar con la situación de los esclavos, lo que les aportó experiencia en la lucha civil, la oratoria y los asuntos políticos y sociales.
  •                 La situación religiosa, por la que al tener nuevas iglesias protestantes, las mujeres podían hablar en público
  •             El congreso antiesclavista Mundial, celebrado en Londres en 1840, después de mucho luchar por parte de las mujeres, fue lo que terminó de determinarlas. EEUU envió a cuatro mujeres como representantes, pero en Londres se escandalizaron y las hicieron escuchar detrás de una cortina. Cuando volvieron, humilladas, comenzaron el movimiento sufragista. Fueron Lucretia Mott y la que es considerada su discípula y que después hizo uno de los más importantes textos del feminismo: Elizabeth Cady Stanton.

En 1848, el año de la publicación del Manifiesto Comunista, se escribió La Declaración de Sentimientos, texto fundacional del sufragismo nortamericano. Stanton convocó a unas cien personas (también hombres), y con un publico de otras 200 personas, lo redactaron. Las mujeres se convertían en sujetos de la acción política, y empezaron a luchar de forma organizada a favor de sus derechos. Crearon en 1868 la Asociación Nacional pro Sufragio de la Mujer y en 1869 Wionyng era el primer estado en concederles el derecho. Pero hasta 1910 no se aprueba en EEUU el voto a la mujer y hasta 1920 no entró en vigor. Al movimiento sufragista le debe la política democrática los nuevos métodos de lucha (manifestaciones, interrupción de oradores, huelga de hambre, tirada de panfletos…

Figuras

Sojourner Truth, esclava liberada de Nueva York, acudió sin saber leer ni escribir a la primera convención nacional de derechos de la mujer en 1850 y fue la primera mujer en enfocar los problemas que tenían las mujeres negras por la doble exclusión a la que estaban sometidas.

John Stuart Mill, que esperó veinte años para poder casarse con Harriet Taylor, con la que puso las bases de la teoría política del sufragismo, sobre todo con el libro de “La sujeción de la mujer”, que se convirtió casi en la Biblia de las sufragistas. Su tesis principal era la de que las mujeres eran individuos libres, y que el matrimonio no debía ser una relación de subordinación sino de iguales. Las mujeres debían mantener su libertad para poder casarse, no renunciar a ella al hacerlo.

Flora Tristán, precursora de las feministas socialistas, una nueva clase de mujeres raras, pues eran obreras, y no se sabía cómo tratarlas. En su obra Unión Obrera insta a la unión universal de obreros y obreras y hace hincapié en el ahogo que sufren las mujeres.

Alejandra Kollontai dio un paso más allá dentro del marxismo y fue uno de los antecedentes del feminismo radical de los setenta. Para ella, además de la idea que sostuvo Marx de “hombre nuevo”, también era necesaria una “mujer nueva” bajo la luz de la igualdad, independiente económivamente, pero también psicológica y sentimentalmente.

Emma Goldman acuñó a las mujeres libres, el anarquismo feminista. En 1915, Goldman explicó en Nueva York, ante América, cómo usar un anticonceptivo. Obviamente, la encarcelaron, algo a lo que estaba acostumbrada, y los medios dijeron de ello que “Emma Goldman fue enviada a prisión por sostener que las mujeres no siempre deben mantener la boca cerrada y su útero abierto”. 

Y así, poco a poco, llegamos a la figura de Simone de Beauvoir, una de las figuras más importantes del feminismo, que no se sabe muy bien si fue antecedente de la tercera ola o cierre de la segunda. En todo caso, todos coinciden en su importancia. Simone ni siquiera era feminista cuando escribió, con cuarenta y un años, su obra “el segundo sexo”, un ensayo que recorre un trabajo explicativo sin pausas, un ensayo racional y metódico en el que se recogen buena parte de los temas que se tratarán por el feminismo. Lo más importante es que establece la figura de “las otras”. Simone explica que la figura de “los otros”, como extranjeros y ajenos a la vida de un sitio, establece un tipo de relación parecida a la que tienen las mujeres en cuanto a los hombres: ellas son “las otras”, las que pululan alrededor del modelo universal, que en realidad es masculino, sin poder establecer sus propios modelos femeninos. Todo gira alrededor de la figura del hombre. Es el precursor del androcentrismo.

Su conclusión es que no hay nada natural que explique la subordinación de la mujer, sino que desde la Edad de Bronce se ha dado más importancia a quienes arriesgaban la vida que a quienes la daban. E incluso se plantea si en una sociedad moderna, esa división tiene sentido.

LA TERCERA OLA

La tercera ola del feminismo comienza dando término el “problema sin nombre”. Después de la segunda guerra mundial, en la década de los 50, las mujeres volvieron a recluirse en casa y por alguna razón, se sintieron mal hasta el punto de ir al médico hablando de cansancio crónico y dolores para los que no se encontraban diagnóstico. 

Después de haber estado trabajando mientras sus maridos estaban en la guerra, éstos volvieron y ocuparon los puestos, y comenzó la sociedad de consumo, a la vez que la idea de “esposa perfecta” florecía. Pero el problema era que las mujeres ya habían saboreado la otra parte, y se encontraban sintiéndose insatisfechas sin saber por qué: tenían maridos, casas grandes e hijos a los que cuidar. Entonces, ¿por qué la mayoría tenía un sentimiento de insatisfacción encima?

Betty Friedan, licenciada en psicología social con mejores notas, dotes de liderazgo, y una beca de investigación, decidió renunciar a todo eso y formar una familia. La echaron del trabajo cuando estaba embarazada por segunda vez, y acabo encontrándose encerrada en casa, dependiendo casi por completo de su marido para tener relaciones con otros adultos en las que los niños no estuvieran en medio, como ella misma dice. En 1957 realizó un cuestionario entre sus excompañeras de la universidad, después de leer un libro en el que dos psicoanalistas sostenían que “las mujeres tienen un nivel de educación demasiado alto, lo que les impide adaptarse a su rol de mujeres”. El resultado fue que las mujeres más dedicadas a su educación estaban más alegres, aunque no encajaran en el rol de mujeres de la época, y las mujeres dedicadas plenamente a ello, estaban deprimidas y frustradas. Tal vez, se dijo, no fuera cuestión del nivel de educación, sino de la definición de “rol de mujer” que se tenía.

Así, cinco años de trabajo arduo después, publicó la Mística de la feminidad, que afirmaba que “el valor más alto y la única misión de las mujeres es la realización de su propia feminidad”. 

Aseguraba que aunque las mujeres fueran diferentes a los hombres, eso no significaba que fueran de naturaleza inferior. El problema de las mujeres es que intentaban ser iguales a los hombres, en vez de aceptar su propia naturaleza, que era la de estar subordinada a los hombres. Identificó así la manera de opresión de la nueva era, diciendo que el rol ama-de-casa-madre era obligatorio para todas las mujeres. Analizando la vida cotidiana permitió a muchas mujeres amas de casa encontrar referentes de su propia vida ya no como personales, sino como colectivos, haciéndolas conscientes de la opresión a la que eran sometidas.

Así en 1966, junto a otras catorce mujeres, Friedan crea NOW; el primer movimiento político de mujeres y por mujeres. NOW se ha convertido en el máximo representante mundial del feminismo liberal, que define la situación de la mujer no como una opresión sino como una desigualdad, propugnando entonces que las mujeres se insertaran en el mundo laboral y la vida pública.

Pero en 1969 se publica Política Sexual, de Kate Millett, que sienta las bases del feminismo radical. Para las radicales, es necesario no solo insertarse en la esfera pública, sino también transformar la esfera privada. Sostenían que todos los hombres, y no solo una élite, reciben privilegios por el hecho de ser hombres, y pusieron encima de la mesa temas que entonces se consideraban privados, como la violencia de género. Si lo personal es político, las leyes no pueden quedar a la puerta de casa.

Las radicales se caracterizaron por los actos simbólicos y la desobediencia civil como manera de protesta. Tiraron cosméticos para quejarse de concursos como Miss Mundo, hicieron en Alemania y  otros países protestas para reclamar la noche, saliendo por la noche con antorchas para reclamar seguridad en las calles, con el fin de sacar a la luz todas las situaciones “naturales” que no lo eran y que consideraban dañinas para las mujeres. Por ejemplo, se autoinculpaban de hechos que se consideraban delitos y que consideraban derechos arrebatados, y consiguieron un gran impacto en la opinión pública. 

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Fuentes:

"Historia del feminismo", Juan Sisinio Perez Garzón.
"Feminismo para principiantes", de Nuria Varela.
"El segundo sexo", Simone Beauvoir.
"Peregrinaciones de una paria", Flora Tristán.
"Teoría feminista. De la Ilustración a la globalización", Celia Amorós y Ana de Miguel.

viernes, 10 de abril de 2015

¿Qué es el feminismo?



El feminismo ha tenido muchas definiciones, y, a la vez, no ha sido realmente definido hasta mucho después de nacer. El concepto del feminismo abarca no solo el movimiento social y político, sino una manera de ver el mundo en el que la mujer es actora de su propia vida y modelo de sus propios roles, sin tomar al hombre como el centro del universo y como modelo universal, para establecer unas relaciones igualitarias entre ambos sexos. Algunos, como Nuria Varela en su libro “feminismo para principiantes”, también dicen que el feminismo es un discurso político basado en la justicia. “Una teoría y práctica política que articulada por mujeres que tras analizar la realidad en la que viven toman conciencia de las discriminaciones que sufren por la única razón de ser mujeres y deciden acabar con ellas”. Pero va más allá, además de ser una filosofía política y una práctica social, el feminismo es también una ética y una forma de ver el mundo y estar en él.

Así nace la metáfora de las gafas violetas, que se toma del libro de Gemma Lienas, “El diario violeta de Carlota”. Esta metáfora pretende reflejar el cambio que supone la toma de conciencia de la discriminación a la que es sometida la mujer por el hecho de serlo en la vida de las propias mujeres. El hecho de ser consciente de cómo se desarrollan los micromachismos, o de que cobramos menos sin razón aparente provocan un cambio en la manera de estar en el mundo. Así es como comienza el feminismo y donde reside la clave de lo que pretende y de su esencia: el feminismo es una toma de conciencia.

NOTA: ¿Por qué violeta? El violeta es el color del feminismo. No se sabe muy bien por qué. La leyenda cuenta que se adoptó en honor a las 129 mujeres que murieron en una fábrica textil en EEUU en 1908, cuando el empresario, ante la huelga de las trabajadoras, decidió quemar la empresa con las mujeres dentro (y, según dicen, las telas en las que trabajaban eran violetas). Es la versión más aceptada sobre los orígenes del Día Mundial de las Mujeres, pero no se sabe con certeza.

Para analizar las realidades injustas, el feminismo ha desarrollado cuatro conceptos clave que ayudan a explicar qué es y qué busca:

ANDROCENTRISMO: EL HOMBRE COMO MEDIDA DE TODAS LAS COSAS.

Según Nuria Varela: “La visión androcéntrica del mundo decide y selecciona qué hechos, acontecimientos y personajes son noticias, cuáles de primera página y a qué hay que darle espacio. Decide también a quién se le pone el micrófono. Como los medios de comunicación configuran la visión que tiene la sociedad del mundo, perpetúan la visión androcéntrica.” Y pone un ejemplo muy claro: “popularmente se sabe que los síntomas del infarto son dolor y presión en el pecho y dolor intenso en el brazo izquierdo. Pero no es tan popular que esos síntomas son del infarto… en el hombre. En las mujeres, se presentan con dolor abdominal, estómago revuelto y presión en el cuello.”

El androcentrismo es tomar al hombre como universal. El otro día, hablando con mi padre, le estaba explicando cómo la declaración de Derechos del Hombre que se hizo en la Ilustración excluía a la mujer. Él me dijo que no era así, pues se sobreentendía que estaba aplicado a ambos sexos. Además de que no estoy muy segura si podemos argumentar algún “sobreentendimiento” en esta clase de cosas (pues al fin y al cabo las interpretaciones de las cosas dependen de quien va a interpretarlas y eso es peligroso), eso es lo que señala el feminismo como androcentrismo. Muchas veces he visto explicado el feminismo como “conseguir los derechos iguales a los hombres”. Y el feminismo no es eso, el feminismo va más allá. Las feministas no queremos que se tome al hombre como modelo, sino que queremos crear nuestros propios modelos y roles. Por ejemplo: ¿podemos decir que los hombres y mujeres necesitan y merecen iguales derechos en cuanto al aborto? El aborto no es un derecho universal, no es un derecho del hombre. Es un derecho de la mujer, y como tal debemos verlo. El que queramos ser vistas de igual manera que el hombre en la sociedad no quiere decir que nos queramos parecer a ellos, sino que pretendemos que se respete por igual a la mujer, siendo como es y sin que tenga que tomar al hombre como el centro de todo. O si no, que alguien me explique por qué seguimos pariendo tumbadas cuando es mejor parir de pie. ¿Por la comodidad de los médicos? ¿No es nuestro derecho de mujeres estar en las mejores condiciones para dar a luz?

PATRIARCADO

El patriarcado antes era conocido como el gobierno de los patriarcas, de ancianos sabios. Sin embargo, el feminismo lo ha redefinido, según Dolors Reguant, como “una forma de organización política, económica, religiosa y social basada en la idea de autoridad y liderazgo del varón, en la que se da el predominio de los hombres sobre las mujeres”. Esto no quiere decir que las mujeres no tengan ningún tipo de poder o ningún derecho: “una de las características del patriarcado”, sostiene Nuria Varela, “es la adaptación en el tiempo”. A esto se le denomina “victorias paradójicas”: esto quiere decir que, por ejemplo, en Occidente existe lo que se llama la doble jornada para las mujeres que trabajan, que además suelen encargarse de las tareas de casa; quienes no tienen en cuenta el patriarcado sostienen que se ha avanzado mucho, al menos en Occidente, pero los que lo ven con nitidez, como Diana Bellesi, dicen que “el problema ha mutado, pero sigue ahí”. ¿Qué quiero decir con esto? Que el feminismo considera que las situaciones políticas, económicas, religiosas y sociales de las mujeres hoy en día siguen siendo desfavorables, de diferentes maneras y debido a diferentes mecanismos, por (justamente), la visión androcéntrica en la que está basada la estructura social. Es algo mucho más profundo que cambiar los salarios de las mujeres, o sus jornadas, o que podamos votar y vestir como queramos: reside en la mentalidad colectiva respecto al rol que cumplen ambos géneros en la sociedad y cómo son y están construidos.

MACHISMO Y SEXISMO

Dice Nuria Varela en ese libro que todas y todos deberíamos leer, que “el machismo es un discurso de la desigualdad. Consiste en la discriminación basada en la creencia de que los hombres son superiores a las mujeres. Sin embargo, en la práctica el machismo se considera un acto o palabras con las que de forma vulgar u ofensiva se muestra el sexismo que subyace en la estructura social, mientras que el sexismo es el conjunto de cada uno de los métodos empleados en el seno del patriarcado para mantener en situación de inferioridad al sexo femenino. Es decir, el machismo es un piropo mientras que el sexismo es la división de la educación por sexos”. El machismo, a fin de cuentas, es una expresión inconsciente del sexismo, una muestra de la forma en que se construye la sociedad. Mujeres y hombres que no se consideran sexistas a sí mismos pueden caer en el machismo puntualmente, pues cuando se te cría en una sociedad estructurada en el sexismo y el patriarcado, algunos comportamientos se acaban apegando a tus creencias y tus costumbres, y es muy complicado salir de ahí.

Me gustaría hacer un pequeño apunte aquí, y esto va dirigido hacia las mujeres mayormente (pero también hacia los hombres): me he encontrado con muchas feministas que culpan a las propias mujeres de no darse cuenta de su situación y de seguir ciegamente el patriarcado, o incluso de quejarse por el feminismo. Sinceramente, ¿no es esto otra expresión del patriarcado? El culpar a las mujeres de los males es algo que viene dado desde la propia mitología y la religión: la mujer hizo el Pecado, la mujer trajo, con la caja de Pandora, los males al mundo. La mujer lleva una falda muy corta y por eso la miran por la calle. Es algo que sigue en nuestro ADN cultural. Que la mujer siga el patriarcado no significa que sepa lo que está haciendo, y no significa que tenga la culpa de nada. Sigue siendo una víctima. Algunos esclavos realmente pensaban que valían lo que les decían: ¿los llamarías víctimas o culpables de creer que su raza era inferior? Yo lo tengo claro. Sucede también con algunos países de Latinoamérica, África y países mal llamados “subdesarrollados”: ellos mismos se consideran así: subdesarrollados. Y uno diría: ¡madre mía, pero si son ellos mismos!, ¡que cambien! Pero sabemos que son víctimas de una clase de políticas y mecanismos que a lo largo de los años ha acabado por convencer al mundo entero de que realmente son peores que los que están arriba en el poder. Si podemos ver esto, ¿por qué no vemos que la situación de la mujer es la misma? Como decía Paulo Freire: “la mentalidad del opresor se inocula en la del oprimido”. Después de milenios enseñando a las mujeres que algunas cosas que vienen del patriarcado son “naturales” no podemos culparlas de que lo hayan normalizado, ¿no? Y eso también se aplica a los hombres hasta cierto punto. Aunque también es cierto que la situación de opresión solo puede deshacerla el oprimido, y por eso yo voy a seguir luchando por decir qué es el feminismo a quien quiera escucharme, pero no voy a culpar a quienes aún no se han dado cuenta de lo necesario y bueno que es.

GÉNERO

El concepto de género es la categoría central de la teoría feminista. La noción de género surge a partir de la idea de que lo femenino y masculino no son hechos naturales sino construcciones culturales. Victoria Sau sostiene que “las diferencias biológicas son deterministas vienen dadas por la naturaleza, pero en cuanto a que somos seres culturales, esa biología no determina nuestros comportamientos”. Y es algo que el feminismo se ha esforzado por defender, para justificar que sus reclamaciones, que a veces se encontraban en el “ámbito privado de la vida”, tenían que ver con la política. “Si los salarios son distintos para los hombres  y mujeres, es un problema político, no natural, y dependerá de la voluntad política cambiarlo; ¿hay algo natural en mantener el IVA de los productos higiénicos femeninos, productos básicos para las mujeres, como si fueran artículos de lujo?”. Eso se preguntan las feministas cuando acuden al término género. 



Y con esta pequeña introducción al feminismo y a algunos conceptos claves, os dejo por hoy. Intentaré escribir sobre la Historia del Feminismo, que es fascinante, y ahondar en algunas ramas de ésta (pues tipos de feminismos hay tantos como mujeres). Solo espero que después de leer esto hayáis aprendido algo o, al menos, no os hayáis aburrido mucho.

lunes, 9 de marzo de 2015

La felicidad NO existe

Hoy me he dado cuenta de que nos exigen que seamos felices. Nos exigen que tengamos muchos amigos, que hagamos muchas cosas, que aspiremos a un montón más. Nos exigen hasta que sonríamos todo el tiempo, por amor de Dios. Quieren que seamos felices. Felices en las fotos, felices en clase, felices hasta cagando porque si no eres feliz en algún momento probablemente alguien se eche las manos a la cabeza y te diga que tienes que cambiar algo de tu vida para conseguir esa maravillosa felicidad eterna por la que los pajaritos cantan, el sol brilla incluso en los días de tormenta y todo va siempre bien y siempre te sientes genial, capaz de todo, acompañado de un montón de gente y con un futuro brillante y un presente esplendoroso, y las cosas que fueron mal en el pasado son lecciones que ayudan a crecer ahora y blablabla. Chorradas. ¿Sabéis qué os digo? Que yo reivindico mi puto derecho a ser infeliz y no sentirme ni culpable, ni acomplejada ni rara por ello. Porque, de verdad, seamos un poco realistas: TODOS tenemos complejos, TODOS nos sentimos solos de vez en cuando, TODOS nos enfrentamos a no saber qué hacer y cerrar los ojos, soñadores, pensando en lo mucho que nos gustaría abandonarlo todo y marcharnos a una cabaña en el bosque o una casa en la playa o cualquier sitio que nos guste. Es algo normal sentirnos de bajón, aburrirnos como ostras los domingos por la tarde, pensar de vez en cuando en esos amigos que resultaron no ser tan buenos y, yo qué sé, llamadme loca, no tener malditas ganas de sonreír. 

Lo que no entiendo es por qué deberíamos sentirnos culpables por eso, por qué deberíamos acomplejarnos y sentirnos aún peor al pensar que somos afortunados y no tenemos derecho a no estar dando saltos de alegría en todo momento, que otra gente parece más feliz y que algo debemos estar haciendo mal para ser los únicos que lo pasan mal. Bueno, para empezar: ¿en serio os tragáis que alguien sea SIEMPRE feliz?, ¿en serio pensáis que ése que sale más o menos o se le da mejor esto o lo otro tiene que ser necesariamente más feliz por tener una vida que socialmente se considera mejor, o que en un momento puntual parece mejor, o que ha conseguido algo que tú no tienes? ¿No podemos estar a gusto con lo que tenemos, con lo que estamos viviendo, no podemos aprovechar lo que hay aceptando que no siempre va a estar todo bien, pero también que no siempre va a estar todo mal? ¿No podemos pensar que si prefiero jugar videojuegos no es peor que ser ultramegaproductivo y hacer cien mil cosas? Joder, uno disfruta y se relaja con cosas diferentes que el resto, y no todos necesitamos lo mismo para ser felices. 

En vez de acomplejarnos porque cómo vamos a llamar a ese amigo que parece todo el día de juerga y seguro que no tiene tiempo para mí, o preocuparnos porque tenemos que ponernos las pilas así que vamos a dejar de leer y vamos a estar todo el día haciendo cosas que nos valgan para rellenar currículum; en vez de seguir mirando las fotos sonrientes en los perfiles de los demás preguntándonos cómo es posible que nosotros no tengamos esas vidas, esas sonrisas (y olvidando, claro, nuestra propia carpeta llena de sonrisas, besos, momentos y recuerdos), ¿por qué no nos ponemos a leer un libro, o salimos a correr, o llamamos a alguien para ir al cine o simplemente nos quedamos en casa vagueando porque nos encanta vaguear? Y a lo mejor nuestra vida no es una puta historia de Hollywood pero joder, ¿por qué debería serlo? Las películas de Hollywood no son reales: la ficción está llena de extremos; un director de teatro me dijo una vez que los actores nos movemos mejor en extremos porque no vamos a contar una historia cualquiera de una vida real, sino que vamos a contar algo simplemente imposible pero verosímil en una hora, y eso requiere extremos; lo que contamos por las redes sociales, los momentos que después recordamos cuando somos abuelos... también eso son extremos, solo una ínfima parte de todo lo demás. En vez de perseguir el imposible podríamos disfrutar de la normalidad, simplemente vivirla sin sofocarnos porque no es la vida superultramega feliz que se supone que hay que vivir. Chicos y chicas, esto es como con los ideales imposibles de belleza: por algo se llaman imposibles. ¿En serio vamos a amargarnos porque nos tragamos el cuento de que tenemos que conseguir algo que no existe? 

Joder, se puede ser feliz incluso cuando a veces eres infeliz. Tenemos derecho a serlo. La vida no es tan simple como para definirla en una palabra de mierda.

sábado, 8 de noviembre de 2014

Lista Útil para las jodidas Crisis Existenciales

Una vez alguien me dijo que tenía una lista de cosas por las que merece la pena vivir. “No es una lista típica”, intentó explicarme, “llena de posibilidades y positivismo de ese de mierda. Es una lista útil, de la que coges cuando sientes un vacío existencial infinito e inabarcable y la lees con la sensación de que nada merece la pena y la vacuidad de la existencia es lo peor que puede haber en el Universo, y se te pasa. No se te pasa porque de pronto sientes la necesidad de cambiar el jodido mundo, que está muy jodido, o porque reencuentras tu espiritualidad perdida y te vas a un monte chino a raparte y hacer budismo. Simplemente se te pasa porque tienes un libro para leer, a tu madre que te va a hacer un cocido si la llamas y una lista de canciones en spotify que te comprenden mejor que tu puto mejor amigo. Es esa clase de lista”.

Recuerdo que le miré fijamente desde detrás de mi capuccino con chocolate y dos de sacarina y que pensé: “este tío está muy loco”, y que cuando nos despedimos yo ya había decidido que no quería volverle a ver, porque a mí las listas no me gustan, y menos las útiles. Esas son horribles.

Pero el otro día se me ocurrió que, si tuviera una Lista Útil para Las Jodidas Crisis Existenciales, además de mi madre, el café y los cantautores irlandeses que ha bendecido alguna divinidad celta, también pondría ahí el comprar libros.

Entededme, yo no soy una persona especialmente materialista. Tengo difuminado eso de la propiedad y la posesión: le quito los pintauñas a mi hermana y siempre me olvido de pedir de vuelta los libros que dejo. Que al final vuelven, normalmente. Pero el caso es que amo los libros y, sin embargo, no siento un vacío en el corazón ni ninguna de esas movidas que a veces me cuentan sobre no poder dormir y necesitar tenerlos todos ordenados en las estanterías. Menudas chorradas: mejor en el corazón de una persona más que cogiendo polvo en mi habitación, digo yo.

Y a pesar de todo, comprar libros iría en mi hipotética Lista. Pero no por el hecho de comprar, o de oler las páginas de los libros, o poder palpar la historia y llevarte un buen recuerdo. Es por ese momento en el que entras en una librería y compras “un libro”. Un libro sin más, un libro que has visto ahí y te ha llamado la atención pero no ha creado expectativas en ti y te lo llevas en una bolsita pensando “bueno, un libro más, espero que me entretenga unos cuantos días”. Pero entonces llegas a tu casa, coges una taza de café, o chocolate, o lo que sea que bebáis cuando pasáis una de esas tardes catárticas leyendo y pasando del mundo de mierda que se hunde cada vez más y se hace pedazos. Y abres el libro, ese libro que solo es uno más de los veinte mil que podrías haber cogido, y empiezas a leer. Y sigues leyendo. Sigues, sigues, sigues, y al final bebes el libro en vez del café, bebe tu alma, tu corazón, tu mente, tu puto Ser está ahí bebiéndose una historia contada con delicadeza, certeza y belleza. Con Arte, arte en mayúsculas.

Es bonito enamorarse. Enamorarse de un libro también es precioso. Porque a veces es lo que pasa: que te enamoras. Que empiezas leyendo siendo una persona y cuando terminas eres otra completamente diferente. O quizás solo sutilmente diferente. Pero distinta al fin y al cabo. Miras el mundo y lo ves de otra manera y recuerdas que ese libro cayó en tus manos por pura casualidad, porque te perdiste caminando por ahí y acabaste en una librería que parecía buena y entraste pensando: “no, hoy no me voy a comprar nada”; pero lo haces. Compras un libro. Y, he ahí la clave, te llevas un tesoro.

Esa es la clase de cosas que irían en mi Lista para las Jodidas Crisis Existenciales.


Pero el caso es que, bueno, sigo odiando las listas.