jueves, 10 de diciembre de 2015

La percepción de la sexualidad con los TIC: el surgimiento de nuevas identidades sexuales

El concepto asexualidad

El concepto de asexualidad se refiere, según las propias personas que se definen así, a los individuos que sienten un bajo o nulo deseo sexual. Pero lo cierto es que, al menos desde el campo de la ciencia, es un término que aún no está del todo definido: siguen existiendo debates sobre si la asexualidad debe considerarse una orientación sexual más, el resultado de algún problema neuropsicológico (siguiendo una línea que podría perseguir la estela del psicoanálisis de Sigmund Freud y Jacques Lacan, que basan su teoría sobre la sexualidad en las redes afectivas-maternofiliales y, en ese aspecto, construyen un discurso de la sexualidad basado en la reproducción y en lo heteronormativo; paradigma que tirará abajo la homosexualidad, cambiando el concepto primitivo de relaciones sexuales por el erotismo basado en los géneros)  o un fenómeno social subversivo contra la hipersexualización de la sociedad. 

Algunos dicen que la asexualidad ha existido siempre, pero no ha sido definida ni visible hasta hace poco. De hecho, existen evidencias en la cultura y en la literatura de personas y personajes ilustres que se acercan a la asexualidad: es el caso de escritores como Kafka o el científico Isaac Newton, o el personaje de Sherlock Holmes, para quien el sexo es un mero trámite social. Así pues, podemos ver que asexuales han habido siempre, aunque no supiéramos cómo llamarles, e incluso están integrados en la cultura. 

Pero aunque se sigue dudando desde la ciencia de la existencia o no de la asexualidad como una orientación sexual, lo cierto es que desde el campo social es un término que avanza con rapidez hacia la visibilidad como identidad personal. Lejos de entrar en un debate científico o biológico de si es o no una enfermedad, me propongo analizar los hechos desde el concepto de "salud sexual" de derechos humanos que da la OMS y que habla de que, para conseguir la salud sexual de un individuo, deben respetarse sus preferencias sexuales y sus elecciones en este ámbito sin discriminación ni coerción. 

Sin embargo, dentro del propio del marco teórico de la OMS, la sexualidad es un concepto que se considera “natural” el sexo. Para la OMS la salud sexual es “una cualidad humana que nos motiva a buscar afecto, placer, contacto, ternura e intimidad. La sexualidad influencia nuestros pensamientos, sentimientos, acciones e interacciones y, por tanto, influye en nuestra salud física y mental…" (ORGANIZACION MUNDIAL DE LA SALUD OMS, 2009). Una cualidad que se puede entender como inherente a todo ser humano: “…es un proceso continuo que se inicia en el nacimiento y termina en la muerte. Es consecuencia de una compleja y cambiante interacción entre factores biológicos y socioemocionales altamente influenciables por la familia, la religión y los patrones culturales…" (Castelo-Branco, 2005)

Estas son las definiciones socialmente aceptadas de sexualidad: una cualidad humana que mezcla factores biológicos y socioemocionales que son influenciados por elementos culturales. Se acepta la existencia de homosexuales o de bisexuales desde el punto de vista de que sigue existiendo esa atracción sexual, que es natural. Pero el nacimiento del movimiento asexual supone un cambio de paradigma respecto a la perspectiva que mantenemos de la sexualidad, y ha tenido su auge desde el nicho de internet. 


El nacimiento y la difusión del concepto de asexualidad

La asexualidad en humanos empezó a estudiarse gracias a las investigaciones de Alfred Kinsey (1948-1953). Estudió por separado la sexualidad del hombre y la mujer, entrevistando a 6.300 varones y 5.940 mujeres y creó, finalmente, la escala de Kinsey, la primera que contemplaba la diversidad sexual –homosexualidad, bisexualidad, heterosexualidad-. Designó con una X a aquel sector que no tenía “ningún contacto o reacciones socio-sexuales”, incluyó a un 1,5% de la población adulta masculina. Amplió el estudio y lo concretó en personas que “no responden eróticamente ni a estímulos heterosexuales ni homosexuales ni tienen encuentros físicos de público conocimiento con individuos de ningún sexo en los que haya evidencia de cualquier respuesta” y dividió a los sujetos en mujeres no casadas (14-19%), mujeres casadas (1-3%), mujeres divorciadas (5-8%), hombres no casados (3-4%), hombres casados (0%) y hombres divorciados (1-2%). [1]

Fue en 1979 cuando Michael D. Storms reiventó la escala, donde concedió a la asexualidad un espacio como una categoría sexual más y se definió como un heteroerotismo y un homoerotismo bajo. Pero fue en 2004 cuando llegó el estudio que sentaría las bases más sólidas sobre asexualidad: Anthony Boagert es considerado el mayor experto en asexualidad del mundo. En su artículo “La asexualidad: prevalencia y factores asociados en una muestra nacional de probabilidad” estableció que el 1’05% de los participantes resultaron ser asexuales, y se dedujo que al menos el 1% de la población mundial es asexual, aunque muchos desconozcan que lo son por no conocer el concepto.

Bogaert concluye cuáles están más significativamente relacionados con la asexualidad y  concluye, finalmente, que la salud no está relacionada con la asexualidad sino con la calidad de vida. Al final de este artículo, el investigador señala que es necesario que se investigue más sobre asexualidad puesto que todos los resultados obtenidos hasta ahora, no son más que aproximaciones vagas con un lenguaje utilizado muy básico. Propone además que deben matizarse conceptos como “atracción sexual” y contemplar la posibilidad de que no exista una única causa de la asexualidad. 

En 2012 publicó un segundo artículo “Hacia una comprensión conceptual de la asexualidad”,  donde la define como “falta de atracción sexual” y la diferencia del celibato y de las personas con parafilias sexuales, comentando que la orientación sexual hacia un objeto no implica asexualidad. También compara la asexualidad con el Trastorno del Deseo Sexual Hipoactivo (TDSH) -deseo sexual ausente o reducido de forma recurrente- explicando los tres tipos de situaciones que se derivan del tratamiento con testosterona: en primer lugar, persona a la que no le hace efecto alguno; también persona a la que le aumenta el deseo sexual, pero no lo enfoca hacia ninguna persona y, por último,  persona que tiene deseo y capacidad para expresarlo, aunque tampoco lo enfoca en nadie o nada. De esta forma, concluye que parte de la definición de asexualidad puede ajustarse a este trastorno, pero que otra muy grande no, puesto que hay individuos que no manifiestan ningún tipo de angustia ante su “incapacidad” para proyectar su impulso sexual, es decir, disfrutan de sus actividades masturbatorias sin necesidad de contacto genital/afectivo con segundas o terceras personas. [1]

Para la publicación de este segundo artículo, ya había en internet una comunidad consolidada que luchaba por la visibilidad de las personas asexuales y que, además, se considera la más representativa del mundo de esta nueva identidad sexual: AVEN. Podemos observar, entonces, que mientras las investigaciones sobre la asexualidad eran (y siguen siendo) escasas y avanzan con lentitud, no habiendo aún consenso desde la comunidad científica, se desarrolla desde internet una cultura acerca de ello. 

La asexualidad en internet

Como he comentado, la asexualidad aún no está definida desde la perspectiva científica, pero en cambio, tiene una proyección desde la perspectiva social y que se ha hecho, sobre todo, desde internet y las redes sociales –lejos, cabe resaltar, de los medios de comunicación y los periódicos-. 

AVEN (Asexuality Visibility and Education Network) nació en 2001, de la mano del inglés David Jay. En 2002 se agregó el foro inglés, lugar de debate y testimonios así como información a la comunidad virtual. En 2006 se abrió el foro AVEN en español, AVENes –que tiene parte para España pero funciona también en toda Latinoamérica-. En 2010 se crea la plataforma de comunidad. Para entonces, ya es referencia, no sólo como apoyo para las personas asexuales que encuentran con otras personas con las que compartir vivencias y opiniones, sino como fuente de conocimiento acerca de la asexualidad. De hecho, cuentan con una “asexualpedia” donde reúnen información acerca de la asexualidad y donde podemos ver que se ha creado un universo complejo y lleno de matices: 

Existe una distinción entre atracción romántica y sexual que ha sido concebida, sobre todo, por parte de la comunidad asexual: pueden definirse como heterorrománticos, si sienten atracción romántica por el sexo opuesto; homorrománticos, si la sienten por el mismo sexo, o birrománticos, si la sienten por ambos. Pero también existen los “arrománticos”, personas que no sienten romántica y se conforman con relaciones de amistad que les satisfacen su necesidad de vínculos emocionales.

Pero no son las únicas identidades que se contemplan bajo el espectro de asexualidad. Estas orientaciones se conocen en internet como “Ace-Umbrellas”, y se refieren a un área “gris” que se encuentra entre la asexualidad y la alosexualidad, un término usado por los asexuales para referirse a las personas que sí sienten atracción sexual. Son las personas gris-asexuales, que experimentan esta atracción en momentos puntuales y de manera baja, o los demisexuales, que experimentan atracción sólo por las personas hacia las que sienten un fuerte vínculo emocional. 

Todo este conocimiento, que supone un replanteamiento fuera del espectro sexocentrista del resto de las relaciones, se comparte y difunde principalmente por internet. En España no existe ni siquiera una comunidad fuera del online que defienda los derechos de los asexuales, pero la actividad de la página es muy amplia y cuenta con más de 3.200 inscritos. 

De esta forma, la asexualidad ya ha saltado incluso a los medios como “la cuarta orientación sexual”, mientras los científicos siguen deliberando sobre cómo funciona, si es una orientación o tiene otra causa. La sociedad comienza a conocer la definición que las comunidades online han hecho, y cada día más personas se sienten identificadas con ello. Aunque las reacciones siguen siendo de escepticismo e incredulidad (pues nos movemos en un entorno hipersexualizado en el que el sexo es “natural” y no tenerlo ni, peor, desearlo siquiera, es inconcebible), lo importante es que está empezando a crear reacciones, a ser visible.

Resulta evidente que la asexualidad plantea un cambio de paradigma respecto al sexo, como ya hizo en su día la homosexualidad. Y lo hace no sólo desde la sociedad, sino desde las TIC: allí alzan su voz y allí tienen la oportunidad de ser escuchados. Parece seguro que los medios de comunicación se interesan cada vez más por esta orientación y que la fuente principal es siempre la misma: AVEN, sobre todo, y otras comunidades de asexuales. No han necesitado la ciencia para entrar en el ideario colectivo de la sociedad, y están consiguiendo que se replantee, desde internet, qué es exactamente la sexualidad o el sexo: ¿contacto genital?, ¿acaso una construcción política o cultural?

Conclusiones y cambios de paradigma

Existe una creencia de que el sexo es un instinto biológico inevitable, un impulso que acompaña a la naturaleza humana, pero esto podría no ser del todo cierto. Al menos es lo que empiezan a plantearse algunos: la sexualidad forma, al fin y al cabo, parte de la cultura. Es cierto que responde a estímulos biológicos, pero hay muchas maneras de sentirse atraído hacia una persona, o al menos eso mantienen los asexuales: “El sexo, como órgano y como práctica, no es ni un lugar biológico preciso ni una pulsión natural” dice Preciado (2002: 22). 

“Esto ayuda a ver la necesidad de considerar al sexo como una tecnología biopolítica (sistema complejo de estructuras reguladoras que controlan los intercambios entre los cuerpos, los instrumentos, las máquinas, los usos y los usuarios) y de deconstruir la sexualidad como naturaleza. De la misma manera, ese espacio anómalo y excedente del dispositivo constituido por los no practicantes desmiente varios presupuestos basados en inscripciones “naturales”: la fatalidad de orientaciones predeterminadas de deseo, lo irrefutable de las pulsiones instintivas, la necesidad natural del intercambio sexual, y finalmente, la idea del sexo como significante universal, como cifra de lo que somos, como apremiante centro de toda configuración ontológica”, explicó María Eugenia Martí en el Segundo coloquio sobre los saberes contemporáneos desde la diversidad sexual.

De hecho, unas investigaciones recientes respaldan esta teoría también: Lori Brotto realizó algunos estudios entre 2007 y 2014 en el Laboratorio de la Salud Sexual de la Universidad de British Columbia. El primero fue sobre la excitación en la mujer asexual: se reunieron a 38 mujeres de entre 19 y 55 años participaron. 10 eran heterosexuales, 10 bisexuales, 11 homosexuales y 7 asexuales. Les mostraron películas eróticas y midieron su excitación sexual usando la fotopletismografía vaginal (como un pequeño tampón que se auto-inserta en la vagina y mide el cambio en el flujo sanguíneo mientras se visualiza la película erótica). Las mujeres asexuales tuvieron el mismo incremento en la excitación sexual fisiológica que el resto, lo que llevó a la conclusión de que la asexualidad no es un trastorno de la excitación sexual y entra dentro de una orientación sexual. Cuando se les preguntó si se habían sentido atraídas sexualmente hacia las personas de las películas, la respuesta fue que no. Su cuerpo responde como un reflejo pero su cerebro no. Esto se publicó en "Archives of Sexual Behavior" (Archivos del comportamiento sexual) en 2011. 

En otro de sus estudios, hicieron algunas preguntas en las que encontraron que los asexuales eran mucho más propensos a no haber tenido nunca fantasías sexuales que los alosexuales (personas que sí sienten deseo sexual). La muestra de asexuales fue de 532 personas, 87 personas con trastorno sexual hipoactivo y 186 de otros. Todas las personas alosexuales a las que les preguntaron habían tenido fantasías en algún momento. El 40% de los asexuales  nunca. Un 11% de asexuales dijeron que sus fantasías no envolvían a otras personas y  ningún alosexual dijo eso. Concluyeron que los asexuales tienen patrones de fantasías sexuales diferentes a otros grupos, incluidos aquellos con problemáticas de deseo sexual y esto es una diferencia entre los asexuales y aquellas personas con disfunciones sexuales.

Esto es una prueba de que, si la asexualidad es realmente una orientación sexual, plantea muchas incógnitas acerca del mismo concepto de sexualidad. Pero también es cierto que, si bien estas preguntas se hacen y empiezan a cuestionarse temas, hoy por hoy el impacto cultural de la asexualidad es muy bajo. Prácticamente inexistente, podríamos decir. Aunque hay reportajes en casi todos los principales medios de comunicación acerca de ellos, no se aventuran a profundizar más allá de la anécdota, e incluso la ciencia está apenas empezando a plantearse un cambio de perspectiva acerca de la sexualidad. Los cambios ocurren despacio, incluso en la era de las tecnologías de la información, donde todo sucede deprisa. La asexualidad debe ser naturalizada, y lo será, como sucedió con la homosexualidad y como pasa con todos los cambios de perspectiva que se han presentado a lo largo de la historia. Y la ciencia cambiará y se corregirá también. Lo nuevo en este caso es que son las tecnologías de la información las conductoras y, en gran parte, aceleradoras, de este proceso.


BIBLIOGRAFÍA

[1] Datos extraídos de: “Asexualidad, la construcción biológica y social del deseo sexual”, trabajo de final de grado de Irene Blanco Fuente y Sonia Tello Estévez, UCM.

“¿Es la asexualidad una “orientación” sexual?” [En línea] Consultado el 8-12-2015: http://www.terceracultura.net/tc/?p=5590

Luis Álvarez Munárriz, la identidad “asexual”. Publicado en 2010. [En línea] Consultado el 8-12-2015: http://www.gazeta-antropologia.es/?p=1794

Mónica Ramírez Pavelic,  Cecilia Saéz Peña. REPRESENTACIONES SOCIALES SOBRE SEXUALIDAD ASOCIADA A TIC Y DERECHOS HUMANOS EN ESTUDIANTES DE PSICOLOGÍA. Integración Académica en Psicología Volumen 3. Número 9. 2015.ISSN: 2007-5588  
María Eugenia Martí. Desde afuera del dispositivo: la asexualidad o el reverso ilegible de la identidad. [En línea] Consultado el 8-12-2015: http://www.puds.unr.edu.ar/wp-content/uploads/2014/06/Mart%C3%AD-M.E.-Desde-afuera-del-dispositivo.-La-asexualidad-o-el-reverso-ilegible-de-la-identidad1.pdf

Prause, N. y Graham, C. (2007). Asexuality: Classification and Characterization, en Arch Sex Behav.

Morán Faúndes, José Manuel (2012), Sexualidades, desigualdades y derechos : reflexiones en torno a los derechos sexuales y reproductivos. Argentina, Ciencia, Salud y Sociedad Editorial

PRECIADO, Beatriz (2002), Manifiesto contra-sexual. Madrid, Opera prima.

Castelo-Branco. (2005). Sexualidad Humana. Madrid: Editorial Médica Panamericana.